Las Crisis de los 30’s… parte I

Si lo sé, hace mucho que no escribía y no es que se me hubieran acabado los temas, sino que le estaba dando descanso a mis ideas…. ¡ajá!

Entremos en materia:

Hace un par de semanas tuve una crisis espantosa, resulta que estaba segura de que me había enamorado perdidamente de mi fuckbody. No fue así de buenas a primeras, todo tiene una razón, no precisamente lógica, pero razón al fin y al cabo.

Resulta que mi fuckbody se fue de vacaciones a un país tropical de esos de ‘ensueño’, obvio yo estaba hecha una furia, ya que no habíamos podido vernos para el «desestrés» antes de Pascua, además porque mi cerebro de mujer estaba (está) casi seguro de que se fue con su chava –eso no lo sé de cierto- pero mi imaginación no es nada piadosa; total que cerré las vías de comunicación porque estaba encabritada. Ignoro cuánto me conoce el tipo pero siempre que hago mi berrinche deja pasar varios días para buscarme; no había sabido nada de él hasta pasados cinco días, recibí un mensaje, sí de esos típicos cachondos ¡tan nuestros!, pudo más mi curiosidad que mi indignación y respondí con un: -¿dónde estás?-, claro que seguía en aquella tierra paradisiaca… aquí empezó toda mi crisis.

En mi estupidez, me preguntaba a mí misma: -¿cómo es posible que estando en un lugar de ensueño con playa, arena, mar, mujeres ardientes, este hombre esté pensando en mí?-, técnicamente pensaba en partes específicas de mi cuerpo, pero ni modo que me las quite y se las preste ¡¿verdad?!, así pues ¡¡ÉL PENSABA EN MI!! Para colmo de males, el mensaje no quedó allí en el olvido, sino que se repitió al día siguiente, quedando agendada, obviamente, una cita para su regreso. Todo hubiera seguido igual, si a su regreso no le hubiera dado por mandarme algunas fotos de su viaje -¡me mató!- me imagino que la luna estaba menguando para esas fechas porque traía todas mis barreras deshabilitadas, y otra vez me preguntaba a mí misma –bueno, intentaba convencerme- ¡¿a dónde quiere llegar él enviándome esas fotos?!, ¡¡A MÍ!!, claro que el alucinado de mi pececito pendejo, ya veía flores y mariposas e intentaba hacerme creer que le importaba, que de alguna manera -a su manera- él sentía más que lujuria hacia a mí -¡¡INOCENTE!!- bueno, me encontraba como en la tercera nube de pendejez por el “detalle” de las fotos -nunca lo entendí, me ha mandado otro tipo de fotos y no me emocionaba tanto-, en fin… un par de días después de su regreso y de ¡las fotos!, nos vimos para desfogar nuestras mutuas necesidades, vale, sin afán de presumir, pero no hubiera durado tanto con mi fuckbody si no follara como los dioses, entonces, fue una combinación de todo: la llamada desde el Paraíso, las fotos no pedidas, la follada del Olimpo, yo juraba ¡¡que lo amaba!!, tanto fue mi pendejismo, que le pedí que no se fuera, ¡¿YO?!, que tengo por norma no rogar ¡y menos por sexo!, en ese momento mi otro pececito entró al quite y controló mis emociones, fue horrible. El apendejamiento me duró como dos semanas, en las cuales planeé, junto a una amiga, ¿cómo hacerle ver que soy su mejor opción? ¡¡HAZME EL FAVOR!!, obvio no hice nada, soy mucha mujer como para ser solo “una opción”, ahora me da risa. Afortunadamente, he puesto tierra de por medio, no me ha buscado y se lo agradezco, lo último que le dije fue que: “¡me follaba tan rico, que a veces sentía que lo quería!”; no pude haber usado mejores palabras, siempre que me pongo ‘romántica’ se desaparece.

De esta experiencia obtuve un consejo para los hombres:

“Jamás le propongas matrimonio a una mujer recién cogida, ¡es capaz de decirte que sí!”