¿Cuántas veces me he despedido de ti?, ¿Cuántas veces te he dicho que ya no quiero verte más?, y si bien es cierto que nos alejamos un par de meses, al paso del tiempo volvemos a estar juntos. ¿Acaso nos necesitamos tanto que no importa encima de quién tengamos que pasar, a quién lastimemos, o a quién engañemos para dar rienda suelta a nuestros deseos?
Es innegable la química que hay entre nosotros, una tensión sexual nos invade al vernos, ¿es así?, o sólo trato de justificar mi ligereza ante tu voz, ante tus manos, ante el roce de tus labios en mi piel.
¿Te necesito? ¡No!, puedes estar seguro de ello, pero te deseo. Te deseo como si no existiera nadie más en el mundo capaz de satisfacerme como lo haces tú. Últimamente te pienso demasiado, es una mala señal, lo sé, no puedo pensarte como una posibilidad, porque nunca ha existido un ‘nosotros’ y aun sabiendo lo improbable que es, me gustaría que te vieras como yo te veo.
No eres un capricho pero tampoco eres alguien a quien pueda llamar cuando me siento sola, y debo admitir que últimamente la soledad me pesa demasiado y me hace desear que estés aquí, no en mi cama, sino aquí, en mi vida. A veces me pregunto si no soy suficiente para ti, en realidad me aterra saberlo, prefiero omitir ese pensamiento y conformarme con lo que hay: noches de pasión extrema, desbordante, pero vacía. Vacía porque después de que te vas, después de que dejamos de hablar no existe nada más, nada a que aferrarse, ni una pizca de esperanza que me haga seguir adelante con esto… culpemos a mi cobardía que nunca me permitió decirte lo que sentía cuando tuve tiempo, culpemos al miedo que siento al pensar que volverás a dejarme sin una explicación, culpemos a mi manía de mostrarme fuerte y distante cuando no lo soy, puedo seguir enumerando miedos, faltas, cosas que puede haber hecho diferente, ya nada gano con llorar, lo cierto es que tampoco soy de las que lloran.
No sé si ya lo notaste pero me estoy despidiendo, por enésima vez, me despido con la certeza de quererte y con el deseo de que permanezcas en mi vida. No sé si sea la decisión correcta, pero por lo menos es la más sensata, no me siento capaz de pedirte que me incluyas en tu vida, porque yo quiero más que un par de horas saciando nuestras ganas.
Adiós cariño, tal vez coincidamos en otra vida… o no…